jueves, 16 de febrero de 2017

Imagina que el que esperamos nos exige algo que está fuera de nuestro entendimiento. ¿Cuál sería nuestra respuesta? ¿Le entenderíamos? ¿Le aceptaríamos? ¿Y no ha sido esa nuestra actuación? ¿Extraña, perpleja, vacilante?
                 
Un Mesías nunca pensado y que predica algo nunca esperado. ¿Cómo amar al enemigo? ¿Cómo amar al invasor que nos somete? ¿Acaso no debemos expulsarlo fuera de nuestras tierras? ¿Cómo soportar sus impuestos y sus mandatos?

Su predicación es entendible y muy clara, pero nuestro corazón no está preparado para asumir tales criterios. Sólo hay dentro de él, nuestro corazón, una consigna, expulsar a los invasores de nuestras fronteras. No esperábamos un Mesías de esta forma y con estos pensamientos. ¿Cómo es posible que venga de Dios estas propuestas de amor contra el enemigo? Quizás también nosotros, como Pedro, no le entendemos.

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