viernes, 10 de febrero de 2017

Hay mucha gente que, oyendo y hablando, ni oyen ni hablan. Están sordos y callados por tanto ruido y confusión que nos le dejan ni oír, y menos hablar. Quedan sometidos a las voces más fuertes, más poderosas, más influyentes. Apenas pueden defenderse y sumergidos en el mar del mundo navegan sin rumbo y perdidos.
                                  
Necesitan despertar. Un grito de salvación y de conciencia que les haga abrirse para oír, hablar y ver. Necesitan escuchar una voz de salvación, pues ellos no distinguen lo bueno de lo malo y no saben qué hacer ni a donde ir. Y muchos, malintencionados, les utilizan, les engañan y someten.

Sí, se hace necesario gritar con ellos, y pedirle al Señor que abran sus oídos y desaten su lengua. Hay que gritar al mundo esas injusticias por las que muchos, engañados y empobrecidos, sufren y padecen. Sí, Padre bueno del Cielo, ayúdanos a gritar contigo: «Effetá»

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