Experimentamos duda y nos llenamos de miedo e incertidumbre.
Nuestra seguridad se tambalea y todo se nos viene abajo. ¿Qué clase de fe
tenemos? Es la pregunta que hoy tenemos que hacernos. ¿Creemos que Jesús puede
responder y levantar nuestra moral? ¿Y qué es eso de creer que puede? ¿Acaso no
estamos seguros?
Necesitamos reflexionar sobre la firmeza de nuestra fe.
Pero, más que eso, pedirla con firme oración. Insistir cada día y momento de
nuestra vida. ¡Señor, yo quiero creer! ¿A dónde voy y en dónde apoyo mi
esperanza? ¡¡Sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna!!
En ti, Señor, me
abandono y deposito todas mis esperanzas. Abro mi corazón y confío en tu
Gracia. Dame, Señor, la Gracia de fortalecer mi fe y apartar de mi corazón
todas esas dudas que me debilitan y alejan de Ti. Enciende mi corazón y lléname
del fuego de tu Gracia. Amén.
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