domingo, 19 de febrero de 2017

El hombre piensa, hace nuevas leyes, pero cambia muy poco. Sus sentimientos de odio, venganza, envidia y otros siguen dominándole sin ser controlados. Así, cuando es violentado, insultado u ofendido, responde de forma agresiva con la misma moneda. Y eso, sabemos, que no soluciona el problema, sino que engendra más violencia.

Ha crecido en avances tecnológicos y científicos, pero se ha estancado y, si no retrasado, en crecimiento espiritual. No por tener más y vivir más cómodo, el hombre es mejor. Hoy, contradictoriamente, el hombre se mata a sí mismo y enciende muchos más enfrentamientos y guerras.

La ley del talión sigue vigente aunque esté fuera del código jurídico. El hombre sigue siendo esclavo de sus propios impulsos y sentimientos. No percibe que su voluntad y libertad son para someter esos sentimientos al bien y establecer la paz. Se trata de devolver bien por mal y dar lugar al nacimiento de la paz.

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