viernes, 24 de febrero de 2017

Cuando se da una prerrogativa resulta que luego se distorsiona y se va extendiendo a los propios egoísmos de cada cual. Se dice esto, pero luego se hace lo que cada cual le apetece. Y así se repudiaba a la mujer por un descuido doméstico. Todo por conseguir lo que se pretendía.

¿A dónde nos conduciría eso? Tenemos  ejemplos históricos como el de Pompeya y otros que han llegado a la corrupción moral. Los pueblos se destruyen cuando las familias no se protegen, y desaparecen cuando matan. Y esos problemas ya están en el horizonte y empiezan a descubrirse.

Por eso, Jesús nos lo dice hoy en el Evangelio muy claramente: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

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