El Evangelio de hoy nos pone las cosas muy claras. Seguir a
Jesús implica dejarlo todo. Y ese dejarlo todo supone que Él sea el centro de
nuestro corazón. Cambiar nuestras actitudes soberbias, egoístas, vanidosas,
ambiciosas, suficientes…etc, por otras solidarias, humildes, generosas y dispuestas a compartir con los que lo
necesitan.
Dejarlo todo es dar un giro a nuestra vida posponiendo todo
lo que en ella nos invita a seguir para dedicarlo a vivir en el Señor. Eso
supone centrar nuestra vida en la Palabra de Dios y llevarla a la vida de cada
día e intentándola vivir.
Y eso nos exigirá
estar en contacto diariamente con el Señor. La oración es el vehículo con el
que podemos relacionarnos con Él y pedirle sabiduría, fortaleza y voluntad para
no desfallecer en el camino y llevar a la vida sus enseñanzas y estilo de vida.