Jesús, enterado el encarcelamiento de Juan el Bautista y de su muerte, se retira de Nazaret para evitar que puedan dar con Él. Y viene a
residir en Cafarnaúm. Es allí donde empieza a predicar y a llamar a la
conversión. Una conversión que nos es ofrecida a nosotros porque es para
nosotros.
Jesús quiere nuestra conversión porque quiere nuestra
salvación. Y nuestra salvación sólo se producirá si somos capaces de
convertirnos. Es decir, si cambiamos nuestra manera de pensar y vivimos en el
pensamiento del Señor, que no es otra cosa que hacer la Voluntad del Padre.
Y la única manera de
convertirnos es caminar al lado del Señor tratando de escucharle y de hacer lo
que Él hace. Eso nos exigirá esfuerzo, oración, perseverancia, sacrificios y
mucho amor. Un amor que nos obliga a amar hasta a los enemigos y hasta el
extremo de dar la vida si hace falta. Hoy en muchos lugares del mundo hay gente
que muere por seguir a Jesús.
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