El Bautismo de Jesús es el comienzo de esta última etapa del
Reino de Dios. Jesús acepta su humanidad y, despojado de su Divinidad, se hace
Hombre. Hombre que se somete a la ley de los hombres y acepta pasar por el
Bautismo. Pero un Bautismo que le señala como el Hijo del Padre y asistido por
el Espíritu Santo.
Desde ese momento la Palabra se proclama y se manifiesta en
el cumplimiento de todo lo anunciado por los profetas. Jesús es el Predilecto,
el Hijo enviado a dar testimonio del Amor y la Misericordia de Dios, y nos lo
transmite con su Palabra y su Vida.
No habrá más signos
que el proclamado por el Hijo de Dios. La Cruz es su última Palabra y en y por
ella los hombres somos redimidos. Será su Iglesia la que, asistida por el
Espíritu Santo, continuará proclamando ese Mensaje de salvación. Un Mensaje que
anuncia que el Reino de Dios está cerca.
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