Ocurrió que el Niño Dios vino al mundo sin hacer ruido.
Sabía que el Mensaje que traía no era para hacer ruido. Los hombres de su
pueblo esperaban otro mensaje y el que Él traía no lo iban a entender ni
tampoco a aceptar. Ellos pensaban en otra clase de Mesías o Libertador.
Así, encontrándose con el aquel Niño Dios y luego, el Mesías
Libertador, lo rechazaron. No podían entender que ese Mesías enviado fuese el
que ellos esperaban. No le entraba en sus cabezas. Su Mesías ya lo habían ideado
ellos.
Por eso, el Padre
decidió anunciarle la llegada de su Hijo a los pastores, gente marginada e
indeseada por los notables y la gente del pueblo. Sabía que sólo los pobres de
espíritu podían entenderle y abrirse a su Mensaje. Era un Mensaje para gente
enferma que deseara ser curada. Y eso hizo, anunciarles a los pobres que había
venido a salvarlos.
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