La Navidad se enciende e ilumina dando sentido a nuestra
vida cuando es nuestro corazón el que se ha iluminado con el nacimiento y
esperanza del Redentor. Porque sólo desde Él podemos encontrar paz, justicia,
sosiego y felicidad eterna haciéndole espacio para que se quede con nosotros.
Todo lo demás, sin querer quitarlo, tiene sentido cuando
está iluminado desde ese humilde y pobre pesebre. Es en él donde encontramos
gozo y felicidad cuando compartimos y nos experimentamos pobres, hermanos,
amigos y disponibles a servirnos unos a otros.
Entonces, eso sí es
Navidad. Se enciende nuestro corazón y empieza a arder. Para eso ha nacido el
Niño Dios, para que nuestros corazones prendan de paz, de justicia y de amor.
Para que el mundo se ilumine con nuestras humildes, pequeñas y pobres luces y
se haga el Reino de Dios.
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