Hay personas que libremente
optan por cerrar sus oídos a la Palabra de Dios. Juan el Bautista, el
Precursor, sufrió esos desplantes y oídos sordos. Y hoy sucede un tanto lo
mismo. No cabe ninguna duda que lo que ocurre en el mundo, ahora mismo en
Alepo, Siria, está ocasionado por aquellos que hacen oídos sordos a la Palabra
de Dios.
Sin temor a equivocarnos,
podemos decir que el hombre que hace vida la Palabra de Dios es un hombre que
respeta y vive, al menos se esfuerza, en la verdad y la justicia. El mundo
rechaza esa Palabra de Dios porque quiere vivir la suya, y su palabra está manchada
de mentira y de sangre.
Sucede que esos muchos que se inhiben de escuchar y
aceptar la Palabra frustran el Plan de salvación que Dios tiene para ellos. Se
cierran a su Gracia y se borran de entre sus hijos. Posiblemente, ellos mismos
dictan su sentencia de muerte.
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