Al hombre le cuesta moverse. Sobre todo cuando se ha instalado en su verdad y se encuentra cómodo y a gusto. Moverse no le apetece,
y menos si eso le exige desprenderse de sus hábitos y morir a su comodidad y
apetencias. Es entonces cuando busca justificar su inmovilismo espiritual y
rechaza todo lo que le proponen.
Disfraza la verdad y la tiñe de mentira. Confunde el amar
con el amarse y se encierra en su propio mundo aislándose de todo lo que
significa compartir y darse, porque sólo amas cuando eres capaz de partir tu
vida y repartirla con los demás. En eso consiste el amor.
Y eso es lo que y
para lo que te busca Jesús. Él ha dado su Vida para ganar la tuya. Se ha
partido, y lo hace cada día y a cada momento en cada Eucaristía. Te necesita y
necesita tu libertad para salvarte. Por eso busca tu respuesta. Y tú escondido
en tu necedad se la niegas y te niegas a ti mismo tu propia salvación.
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