Si los seres vivientes
aceptan la muerte resignados, el hombre es el único ser viviente que su rebela
contra la muerte y anhela sostener la vida. Sus avances, a través de los
siglos, le han permitido alargarla y hasta rejuvenecerla y sus anhelos es
lograr la eternidad.
El hombre aspira a ser feliz
y eterno. Dentro de sí mismo vive esa ilusión. Por eso, la Palabra de Jesús de
Nazaret no le puede pasar desapercibida porque le habla de eso y le ofrece la
Vida Eterna. Claro, para eso hace falta vencer a la muerte y resucitar. Y Jesús
Resucitó.
Su autoridad la confirma su Palabra, pues sus obras lo
demuestran. El cura a los enfermos y devuelve la vida a los muertos. Si dudamos
de su Palabra, sus obras no dejan lugar a dudas. Jesús es el Señor de la Vida y
la Eternidad. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
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