No es inteligente dar la espalda a la muerte. Es lo más
cierto y seguro que conocemos y deberíamos tenerla presente y prepararnos
bien. Aparte de cuidarnos el cuerpo, también importa, y mucho, cuidar el
espíritu. Porque tanto el cuerpo como el espíritu van juntos.
El Evangelio de hoy es muy esperanzador. Nos habla de la
vida, no de la vida de este mundo, sino de la vida del otro. Del mundo donde
viviremos para siempre y en plenitud de gozo y felicidad. Claro, que para eso
debemos cuidar, no sólo el cuerpo sino también, y mucho, el espíritu.
Concretamente nos dice: En la casa de mi Padre hay
muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.
Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo,
para que donde esté yo estéis también vosotros. ¿No es una buena y maravillosa esa noticia? Y, lo mejor, lo dice
Jesús, que siempre cumple lo que promete.
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