lunes, 14 de noviembre de 2016

Hay muchas clases de luces, pero ninguna te alumbra el verdadero camino que conduce a la paz y el gozo eterno. Sólo hay una Luz que te lleva a la alegría de la Vida Eterna. Es esa Luz que Bartimeo supo, siendo invidente, descubrir en la oscuridad de su propia vida.

Quizás, muchos de nosotros que vemos la luz del sol no llegamos a ver la verdadera Luz que vio, siendo ciego, Bartimeo. Pidamos la capacidad de poder verla, porque, no porque podamos ver con nuestros ojos podemos verla. Es una luz que hay que ver con los ojos de la fe. Y eso le pertenece darlo a Dios.

Abramos los ojos de nuestro corazón y aguantemos nuestra mirada fija en el Señor. Él nos abrirá los ojos de la fe y nos dará la luz que nos ilumine para ver. Ver realmente el camino que nos conduce a la verdadera salvación. Precisamente la que Él nos da.

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