Dentro de cada hombre vive el
germen de la bondad. ¿A quién no le gusta hacer el bien? Será difícil hacer lo
contrario, y si se hace sienta mal, y aunque manifieste aparente alegría está
mintiendo, porque el mal nunca puede dar verdadera alegría. Pues viene del
demonio y el demonio está siempre enrabietado y triste.
Por eso quiere amargar la
vida a los demás. ¿Son los amargados personas alegres? Diremos que no, porque
la realidad nos lo manifiesta claramente El mal no puede generar alegría,
porque el hombre busca siempre estar alegre y contento. Diríamos que la esencia
del ser humano es la alegría, porque eso es ser feliz.
Y cuando nos
esforzamos en ser felices estamos haciendo presente el Reino de Dios en este
mundo. Porque donde está Dios está la alegría, la felicidad y la paz. Él ha
venido a traernos la paz y a darnos vida en plenitud. Y, por eso, estamos
alegres, porque, aunque todavía el camino nos presenta dolor y sufrimiento, el
Reino de Dios está presente ya.
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