Aquel centurión se mueve por amor. Por amor a su siervo
busca a Jesús, pues, piensa que Él le puede curar. Su amor le lleva a confiar
en Jesús. Y es que cuando tenemos necesidades buscamos respuestas a esas
necesidades. Y sólo Uno puede responder a la necesidad de la vida.
No cabe duda que la necesidad de la vida te lleva al
encuentro del Señor, porque, Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Pero ese
encuentro tiene que estar movido por el amor. El amor que experimentas por
alguien que te empuja a buscar a Jesús para que te lo resuelva.
Cuidemos el huerto de
nuestro corazón y llénemelos de tierra buena para que dé los frutos que el
Señor espera. Una tierra buena abonada con el agua que da la fe y sostiene la
llama del amor. Ese amor que movió al Centurión a buscar al Señor.
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