Lo importante no se encuentra
en el cumplimiento, sino que, siendo importante el cumplimiento, lo verdadero e
importante es vivir el criterio del cumplimiento. Porque si te quedas en
cumplir puedes quedarte en la mediocridad del criterio. El criterio que es
vivir en la Misericordia de Dios.
Porque la Misericordia de
Dios se ríe de la justicia y está por encima de ella. Mientras a nosotros nos
cuesta ser misericordiosos, pues nos arrimamos más a la justicia y al
cumplimiento, nuestro Padre Dios nos ama con Misericordia perdonándonos todos
nuestros fallos y pecados.
Ese es el caso de nuestra Madre María, que ella no
sólo accedió a ser la Madre Dios entregándose a la Voluntad de Dios
incondicional y voluntariamente, sino que vivió su Misericordia acompañando a
su Hijo hasta el pie de la Cruz. Y allí nos acogió a todos como hijos. Por eso
es dichosa y llena de Gracia.
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