De esta forma compara Jesús hoy el Reino de Dios. Empieza
como una semilla pequeña que, abonada con buena tierra y buen estiércol llega a
crecer y a hacerse grande.
El amor, la esencia del Reino de Dios, se descubre en los
detalles y cosas pequeñas hasta llegar a las más grandes y hermosas, tal es dar
la vida gratuitamente por otro.
Así, unas gotas de
amor introducidas en la masa de tu entorno, de tu ambiente y de tu propio
mundo, será suficiente para fermentarlo y llenarlo de la Gracia y el Amor de
Dios.
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