No se puede hacer la ley sin
tener en cuenta las necesidades de los hombres. Porque las leyes están hechas
mirando el beneficio y el bien de los hombres. Nunca será buena una ley cuando
somete y esclaviza al hombre. La ley del sábado limita el bien del hombre y eso
no está bien.
Y los fariseos y escribas lo
conocen y saben. Pero no quiere dar el brazo a torcer y dejar que Jesús les
diga lo que tienen que hacer. Su orgullo y soberbia los ciega y le impiden ver.
Están ofuscados y llenos de ira y no piensan en el bien de los demás sino en el
suyo propio.
Incluso, son indiferentes a lo que hace Jesús. Su
cinismo les traiciona y nada les hace reflexionar ni cambiar. Son árbol de mala
planta y están podridos. Posiblemente no se pueda hacer nada por ellos, pues no
tienen cura.
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