Las intención del
Papa Francisco para este mes, que mañana termina, respecto al universo, es la
de que tratemos con nuestra vida contribuir al bien común y a la construcción
de una sociedad que ponga al centro la persona humana.
Y para eso hay que
vivir en el esfuerzo de ser sincero, honesto, justo y verdadero. Es lo que
Jesús advirtió en aquel discípulo, más tarde, llamado Natanael. Le admiró su
sinceridad y verdad y lo dijo: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en
quien no hay engaño».
Por eso, en la medida que todos en el mundo vivamos en el esfuerzo
de que el centro de la sociedad sea la persona humana, muchos problemas, por no
decir todos, quedarían solucionados. Porque dejaría de haber refugiados,
marginados, amenazados y gente que huye atemorizada. Porque todos serían
considerados personas e hijos de Dios.
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