El sentimiento materno es algo milagroso. No puede venir
sino de Dios, que Él mismo ha pensado para su Hijo, el Predilecto, eligiendo a
María como su Madre, y a José como su Padre adoptivo. Dios ha querido nacer
dentro de una familia, una mujer, María, y un Padre, José. Así, Dios, ha
instituido la familia.
Por eso, los pueblos están formados por familias. Familias
que se componen de un hombre y una mujer, de los que nacen los hijos. Es la
familia natural, la que ha instaurado Dios y la que da continuidad y
perpetuidad a los pueblos y naciones.
Un hombre y una mujer
que se complementan porque se diferencian. Si no serían iguales. Y no los son.
El hombre tiene unas características y la mujer otras. Eso sí, son iguales en
dignidad y en derechos, pero son diferentes en naturaleza. Ambos, unidos en el
amor, reflejan a Dios.
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