No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale
de la boca de Dios (Lc 4,4). Porque la vida no consiste sólo en comer, sino en
vivir. Y la Vida nos la da Dios. No solamente esta, que es transitoria, un
camino y temporal, sino la Verdadera, la que es para Siempre. Eterna y en su
presencia.
Y esa vida no se consigue con el éxito de ésta. Es decir,
con dinero, con poder, con riquezas y éxitos, sino con amor. Siendo los
últimos, para luego ser primeros. Estando vigilantes y atentos a su llamada y
venida. Y para eso necesitamos estar preparados, tal y como nos dice y nos
descubre el Evangelio de hoy en la cinco vírgenes sensatas.
Por lo tanto, mirémonos
en las vírgenes sensatas y estemos vigilantes y provisto de todo lo necesario
para que la lámpara de nuestro corazón permanezca siempre encendida y atenta. Llenémoslo
de amor para que sus latidos respondan y estén en sintonía con el del Señor.
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