domingo, 28 de agosto de 2016



La vida traza su camino, y lo hace según el rumbo que marca su corazón. Si lo que prevalece y se le da valor es el éxito en este mundo, hay que buscar ese éxito. Si no lo es, y se busca la solidaridad, la paz y la fraternidad, el rumbo será diferente.

No cabe ninguna duda que, para lo primero se necesita empeño, fuerza, trabajo y pensar en uno mismo por encima de los demás. Más, para lo segundo prevalece la humildad, el servicio y olvido de uno mismo. Y la Fuente será la Gracia del Señor, porque solos se hace imposible de soportarlo y lograrlo.

Esto significa que el objetivo es “morir a uno mismo”, tal y como hizo Jesús. Y entregar la vida de esa forma exige sacrificio y voluntad. Exige darnos y mucho amor. Eso, lo sabemos, nos es imposible desde nuestras propias fuerzas. Necesitamos la acción del Espíritu Santo para llevarlo a cabo.

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