miércoles, 10 de agosto de 2016



La vida, esta vida nuestra, tiene su hora y su final, pero el sentido común nos dice que está llamada a la eternidad. Pero una eternidad gozosa y plena, porque también la hay que es un tormento y sufrimiento para aquellos que rechacen la salvación que nos brinda Jesús.

Y aunque parece una contradicción, la vida empieza con la muerte. No parece que encaja, pero es la única realidad. Al morir resucitamos, y eso será para siempre. Porque, nos dice Jesús: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto.

El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará».

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