Es verdad que nos gusta el
placer y la comodidad. A nadie le amarga un dulce y el hombre lucha y se
esfuerza por sentirse bien y cómodo. Es lo que entendemos y llamamos la vida
del bienestar. Pero, sucede que esa aspiración humana no se encuentra en esta vida.
¿Qué hacer entonces?
Esa es la pregunta a la que
todos los hombres desean y buscan dar respuesta. Sin embargo, muchos se cansan
y abandonan la búsqueda y se instalan en esa mediocre felicidad aparente que
tiene sus días contados. Porque la vida tiene más de mediocridad, tristeza y
peligros que de gozos y alegrías.
Posiblemente no nos demos cuenta cuando caminamos en
la flor de nuestra vida, pero, pronto, en la enfermedad, la tragedia o los
problemas de cada día en la convivencia, ya sea familiar, laboral o social,
experimentamos y descubrimos que la vida no es de color de rosa tal como se
quiere pintar.
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