El mundo busca vivir en la mentira, o, por lo menos, no
decir toda la verdad. Porque sus criterios se mueven por intereses y egoísmos
y, quien paga más, más poder tendrá. La medida del valor la mide por la riqueza
y la fuerza. Y es más importante y fuerte quien tenga más riqueza y poder.
Por lo tanto, seguir a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios,
Camino, Verdad y Vida se hace complicado, porque complica, valga la
redundancia, la vida y te pone frente a otros, incluso padres, madres,
hermanos, hijos y amigos, exigiéndote la opción de optar por ellos o por Jesús.
Y no hay sino un solo
camino, seguir a Jesús o optar por seguir al mundo y a los que se someten a él.
Y en esa disyuntiva se produce una lucha sin cuartel a vida o muerte. Muerte si
optas por permanecer con lo que te ofrece el mundo, o Vida Eterna si decides seguir
a Jesús por encima de todo y todos.
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