Desde pequeño oímos que el tiempo es oro. Pero la realidad
es que es oro si nosotros lo aprovechamos y, acrisolándolo al fuego, lo
convertimos en oro puro. Si se nos escapa, también podemos perderlo y dejarlo
pasar inútilmente.
Lo mejor y más razonable es discernir y distinguir lo que
realmente es oro, y, por tanto, verdadero tesoro, y lo que es caduco y termina
evaporándose sólo. Acumular tesoros en el cielo (Mt 6, 19-21) es lo que vale,
porque es lo que mantiene su valor eternamente. Lo otro, todo lo que puedas
conseguir aquí abajo es caduco y pierde su valor.
Por lo tanto, lo
verdaderamente importante es no afanarse en hacer y hacer, sin que eso
signifique cruzarse de brazos, sino poner el énfasis en las cosas que cotizan y
sostienen su valor en el Reino de los Cielos. Porque esa es la esperanza que
nos sostiene y en la que creemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.