lunes, 25 de abril de 2016



Hay, por tanto, salvación y condenación, y todo dependerá de la fe. Porque salvarse implica también que te puedes condenar. Y la fe obliga, desde la libertad y el gozo, a proclamar el Mensaje de salvación. Pero es necesario conocerla y tener la oportunidad de oírla y escucharla.

El problema empieza cuando algunos la rechazan porque creen no hacerle falta. Y ante esa opción y libertad nada se puede hacer. Porque la fe no se impone ni se exige, es un don libre y voluntario que se recibe gratuitamente de la Mano de Dios.

El resultado es que cuando nos abrimos a la fe se cumple la Palabra de Dios. No hay otra alternativa, la Palabra echa raíces cuando el terreno le es favorable y se deja cultivar. Porque sin la Palabra y sin siembra todo es infértil y no produce.

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