domingo, 27 de marzo de 2016



Jesús, el Señor, podía haber escogido lo más inteligente, lo más fuerte y poderoso para proclamar su Mensaje de Salvación, pero, al contrario, se despojó de todo poder y renunció a todo privilegio rodeándose de lo más pequeño, pobre y débil para proclamar la Noticia de Salvación.
                                                                   
Y, hoy, después de mil novecientos ochenta y tres años, aproximadamente, de su muerte, el mundo experimenta como su Verdad está vigente y es la solución de este mundo. Y todo eso porque realmente Vive y está entre nosotros. ¡¡Jesús ha Resucitado!! 

Es más, el hombre y la mujer experimentan dentro de sí mismo y en lo más profundo de su ser deseos profundos de libertad, de fraternidad, de solidaridad, de paz, de justicia, de verdad y de amor. Son los valores eternos que están siempre y no pasan, y que nos invitan a vivir y a desear la Vida Eterna. Lo demás son deseos superficiales, que hoy son y mañana no.

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