jueves, 25 de febrero de 2016




El hombre es un animal político y necesita desarrollar esa cualidad en la medida que desarrolla su vida y resuelve sus asuntos. Pero la alta política, la que concierne a los pueblos y naciones exige administrar la justicia desde la verdad y repartir las riquezas.

Esa distribución necesita una garantía que dé a cada uno lo necesario y suficiente para satisfacer sus necesidades y responder a sus derechos. Y en esa función reside el arte del buen político, que expone su programa en esa línea y da cumplimiento con sus obras a lo prometido.

Pero no parece que así sea, pues después de cuarenta años de experiencia democrática en España, mi país, las cosas siguen igual. La pobreza tiene presencia, y aunque nadie se muere de hambre, si hay necesidades, diferencias en derechos y en justicia.

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