domingo, 21 de febrero de 2016




El esfuerzo debe ser proporcional al premio que se quiere conseguir. Porque mucho esfuerzo y dificultades deben servir para obtener grandes premios. Sin embargo no parece así, porque todo lo que podamos conseguir aquí abajo es efímero y se marchita.
                                                             
Aparentemente, nos embarga de ilusión y nos da gozo y felicidad, pero, pronto, todo se descubre y resulta como un espejismo que se desvanece y se queda en nada. Luego, se hace presente la pregunta, ¿para qué tanto esfuerzo?

Jesús, hoy, en el Tabor, nos adelanta su Gloria y Resurrección. No presenta el programa de su Pasión y Muerte, pero, al tercer día nos habla de su Resurrección. Esa Gloria que Pedro, Santiago y Juan presenciaron les descubre que Jesús vencerá a la muerte.

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