lunes, 4 de enero de 2016




Te fías de aquel en quien confías. Sabes que su palabra no te engaña, y que habla con la verdad. Tienes confianza y pones en él fe y obediencia a su palabra. Los discípulos obedecían a Juan Bautista, porque creían en su palabra.

Y obedecen en cuanto Juan les señala al Cordero de Dios. Van detrás de Él y le preguntan donde vive. Sería maravilloso conocer que ocurrió aquella tarde con Jesús. Se supone que ambos discípulo tuvieron una experiencia y encuentro con Jesús extraordinario.

Eso lo descubre el gozo con que Andrés invita a su hermano Simón a conocer a Jesús. A quien presenta como el Mesías esperado. Algo semejante a lo que le ocurrió a Zaqueo, a la Samaritana y tantos otros que le conocieron.

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