miércoles, 13 de enero de 2016




Ocurre también en nuestro tiempo, que hombres y mujeres llevados por su fama experimentan luego que no era tan bueno eso de ser famoso. Al final, es algo así como vender tu vida y esclavizarla a muchas cosas caducas.

Jesús advierte al leproso que no diga nada a nadie. No quiere ser buscado por los prodigios que hace, sino por la Buena Noticia que trae. Se ve obligado a demostrar su Verdad haciendo milagros.

Y, nosotros, los hombres, quizás nos fijamos, por desgracia, sólo en los milagros, cuando lo más importante es el Amor de Dios que nos quiere con locura y envía a su Hijo para salvarnos.

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