jueves, 28 de enero de 2016



Nadie, por sentido común, elige el mal. Porque lo malo te perjudica y no viene bien a nadie. Por lo tanto, la sabiduría debe estar siempre al alcance de todos, para que alumbre el camino por donde se debe ir.

Sería absurdo, y eso lo entendemos todos, que la luz se oculte y se ponga debajo de la mesa. No tendría sentido, porque la luz, su esencia y característica fundamental, es para alumbrar. Si la luz no alumbra, deja de ser luz y se convierte en oscuridad.

Por el contrario, la oscuridad no sirve sino para ocultar la verdad y, en consecuencia, engañar. Y donde hay engaño, hay mentira y mal. Por eso, quien vive en la oscuridad apaga la luz e impide que alumbre, pues a la mentira no le interesa que la vean.

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