domingo, 3 de enero de 2016



Los seres vivos no temen a la muerte, a excepción del hombre. Los animales viven al límite que sus posibilidades, según sus instintos, les impulsan, sin plantearse ningún problema sobre su muerte.

Sin embargo, el hombre teme por su vida, y le asusta perderla. Necesita descubrir a su Salvador, porque en lo más profundo de su corazón experimenta la esperanza de salvarse. Y para eso, la Palabra se ha encarnado tomando naturaleza humana, para acompañarnos a recorrer un camino de salvación.

La Palabra es Dios. Ese Dios que nos ha creado, y tomando Naturaleza Humana ha entregado su Vida para rescatarnos del pecado que nos amenaza. Ha nacido y vive entre nosotros.

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