Cualquier ser humano, que se precie de serlo, descubrirá que
su máxima aspiración es la vida eterna. No hay otra mayor. Y se supone que vida
eterna en plenitud de gozo y felicidad. Eso, en una simple reflexión, nos
descubre que, queramos o no, buscamos a ese Dios, Creador nuestro.
Y nos sorprenderíamos sin preguntáramos sobre eso, porque
serán muy pocos los que no creen en ese supuesto Dios. Y digo supuesto porque
otros lo llamarán de otra forma. El resultado es que todos creemos en ese Algo
que es el principio y fin del universo.
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