martes, 22 de diciembre de 2015



María nos sirve de ejemplo, pues ella vio truncado todos sus proyectos por el Proyecto de Dios. No le salieron las cosas como ella pensaba, pero lo verdaderamente importante es que salieron como Dios quería.

Lo que importa en mi vida es, no mi voluntad, sino la Voluntad de Dios. Eso es lo mejor y lo que me va a dar la felicidad y eternidad plena que busco. Pero, por mi humanidad pecadora, rechazo la Voluntad de Dios e impongo la mía. Mi pobreza y mis pecados necesitan la Gracia y la Luz del Espíritu Santo.

Por eso, la esperanza de sabernos amados y queridos por Dios no serena y nos da paz. Y su Misericordia nos perdona nuestras miserias y limitaciones. Por eso, llenos de alegría cantamos su venida y nacimiento en Belén, y regocijados le damos gracias por su Amor.

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