Los avances de la ciencia han permitido que, tanto los
ciegos como los sordos, puedan incorporarse a la sociedad e integrarse en ella.
Sin embargo, hay una vista que, siendo imprescindible para la salvación, no la
puede mejorar la técnica.
Aquellos dos ciegos supieron descubrirla y,
encontrando al Señor, pedírsela. Ver con los ojos de la fe no depende, ni de
nosotros ni de la ciencia. La fe es un don de Dios que tendremos que buscar y
pedírselo.
Lo
verdaderamente importante es despertar a la Luz de la fe. Abrir los ojos del
corazón para reconocer en Jesús a nuestro Señor y nuestro Salvador. Ven Señor
Jesús y haz que nuestros ojos ven tu Luz.
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