viernes, 11 de diciembre de 2015



El diálogo es la oportunidad de poder entendernos. Pero para ello, se hace necesario que estemos abierto a buscar la verdad, que está abierta y en los dos bandos. No soy yo el dueño y señor de la verdad, sino que contigo tengo que buscarla.

Se acaba el diálogo cuando te muestras  inflexible y sólo ves tu verdad, despreciando la del otro. En esos momentos te muestras suficiente y dueño de la verdad, que no está plenamente en ti.

Y eso ocurre entre los hombres. No nos entendemos porque no queremos entendernos. Unos porque se adueñan de la verdad; otros porque se vendan los ojos a su verdad, y otros muchos porque no les interesan admitirla, pues le exigiría cambiar.

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