sábado, 28 de noviembre de 2015




Sabemos que el mundo es caduco. Eso quiere decir que tuvo un principio y que también tendrá un fin. Por lo tanto, atesorar tesoros de este mundo no interesa, porque también serán caducos.

Se impone compartirlos y ponerlos en función del bien de todos los hombres. Eso descubre que el amor es lo verdaderamente importante. Y, todavía más importante, permanecer fieles y firmes en la esperanza de que el Señor vendrá a poner todas las cosas en su lugar.

Es tiempo, por tanto, de alegría y esperanza para animarnos. Y, a pesar de los acontecimientos que la vida nos presenta, la Palabra de Dios nos conforta y nos llena de paz.




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