lunes, 23 de noviembre de 2015




La vida es una lucha por alcanzar reconocimiento y alabanzas. Sin ella no te siente estimulado y pierdes la motivación del esfuerzo por esmerarte en hacerlo bien y ganar.

Sin embargo, Jesús lo cambia todo. Se fija en quien hace las cosas en oculto, sin buscar reconocimiento ni alabanzas. Y además, no mira la cuantía ni el valor de lo hecho o dado, sino la intención y la medida de lo compartido.

Porque no es lo mismo dar que compartir. Pues cuando se trata de dar, puedes dar de lo que tienes mucho y te sobra, mientras que si compartes, partes y repartes de lo que tienes.

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