domingo, 1 de noviembre de 2015




La vida es una constante lucha contra los apegos y apetitos que la misma vida, valga la redundancia, nos presenta. Seguir a Jesús es enfrentarnos a esas tentaciones, y eso nos incómoda y molesta.

Sin embargo, experimentamos que esa hipotética buena vida no aparece, ni es como pensamos. Queda muchas insatisfacciones, vacíos y sentimientos huecos y sin sentido.

Al contrario, cuando nos esforzamos, aunque se hace duro, en el camino de las bienaventuranzas, pronto descubrimos que detrás de ese esfuerzo se encuentra gozo, sentido, satisfacción y paz. Es precisamente lo que el camino que nos señala Jesús.

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