jueves, 12 de noviembre de 2015



Descubres que tienes dos armas muy poderosas, libertad y voluntad, y que con ellas puedes enfrentarte a tus propios egoísmos. Pero pronto descubres que la realidad es otra. Las tentaciones y ofertas que el mundo te hace, debilitan tu libertad y voluntad.

En tu camino experimentas que no eres libre tal  y como lo piensas. Haces, sí, lo que quieres, pero esos quereres, por decirlo de alguna forma, son dirigidos por tu egoísmo y apetencias. Y tu voluntad y libertad quedan anuladas.

Luego, entiendes, si lo reflexionas, que eres esclavo de tus propias inclinaciones. Quieres hacer el bien, pero, muchas veces te ves arrastrado a hacer el mal. ¿Qué ocurre? Simplemente, tu libertad y voluntad necesitan la Gracia del Espíritu Santo para, juntos, vencer al pecado que anida en tu naturaleza humana.


                  

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