sábado, 7 de noviembre de 2015




Al experimentar, con el paso del tiempo, que la felicidad se te esconde en este mundo, empiezas a acomodarte a lo que la vida te presenta. Llegas, incluso, a pensar que eso de la felicidad es una utopía y que la vida es vivirla como viene.

Anida en ti, entonces, la resignación, quizás el mayor peligro por el que puedes pasar. Porque resignarte es darte por vencido y dejar de buscar la felicidad a la que estás llamado. Nunca dejes de buscarla, porque tú has sido creado para ser feliz eternamente.

Precisamente eso es de lo que Jesús vino a hablarte. Y, en el Espíritu Santo, lo sigue haciendo. Tú eres hijo de Dios, y Jesús, su Hijo Único y Verdadero, ha entregado su Vida para salvar la tuya, y, Resucitado, vendrá de nuevo para llevarte a ese lugar, que no podemos imaginar, para gozar plenamente de la Vida Eterna.

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