La
vida es una prueba de rectitud. Rectitud de actitudes y deseos de caminar
rectamente, pero los obstáculos nos amenazan con encorvarnos y no dejarnos
levantar la mirada.
Nos
esclavizan y nos someten. Y no podremos enderezarnos si no acudimos al Señor.
Suerte la de esa mujer encorvada que encontró a Jesús. Y después de estar
dieciocho años sometida al demonio, por la Gracia de Dios, quedó liberada y
derecha.
Busquemos al Señor con confianza y paciencia. Por
su Amor y Misericordia tendrá compasión de nosotros y nos liberará de la
esclavitud del demonio.
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