jueves, 1 de octubre de 2015



A veces nos empeñamos en proclamar algo de lo que no estamos convencidos. Conviene esperar a que la raíz, nuestra raíz, se hunda lo suficientemente profunda para quedar bien agarrada y fuertemente injertada en la verdadera Savia que es Xto. Jesús.

Porque no es bueno, ni conviene, convertirse por compasión, buenas intenciones o emociones. El mundo la  echará  abajo fácilmente con sus ofertas tentadoras, ya que las raíces no son profundas ni están lo suficientemente injertadas en Xto. Jesús.

Por eso, esas absurdas justificaciones triunfalistas, sin pensar las consecuencias; o esas peticiones fuera de lugar de ir a enterrar a sus muertos, o déjame despedirme de mis amigos. Y es que cuando la raíz es profunda nada de eso se interpone en nuestra unión con Jesús.

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