jueves, 17 de septiembre de 2015



Estamos o nos gusta estar de parte de la ley. Pero una ley que no vaya contra nuestros intereses. Entendemos que la justicia es buena y hay que aplicarla, pero sobre los otros, no contra mí. Para mí hay excepciones.

Es lo que pensaba aquel fariseo llamado Simón. Le gustaba oír a Jesús y posiblemente lo admiraba. Se gustaba que lo vieran con él y logró que Jesús fuese como invitado a su casa. Pero no entendió su Mensaje, porque tampoco entendió el por qué Jesús se dejó acariciar y enjugar sus pies por aquella mujer, a la que él despreciaba por pecadora.

Quizás nos guste lo que dice Jesús, pero si no entendemos su Misericordia nunca podremos entenderle, porque estamos vivos y salvados precisamente por eso, por su Infinita Misericordia.

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