En cierta ocasión
Jesús cuenta la parábola del rico epulón, y al final, el rico viendo al pobre
Lázaro en el cielo y él sufriendo en el infierno, ruega a Abrahán que envíe a
Lázaro a sus hermanos para que viéndole se muevan a conversión.
La respuesta es que
si no hacen caso a Moisés y los profetas, tampoco lo harán con un muerto
resucitado. Nos parece extraño, pero la realidad es que sucede y ocurre lo que
ha dicho Abrahán.
Igual ocurría con
los apóstoles. No se enteraban de lo que les decía Jesús, y distraídos por la
tentación del poder discutían quienes ocuparían los primeros puestos. Muchas
personas no cambian ni se preguntan nada ante acontecimientos que se producen
en sus vidas. Los cuentan como experiencias impactantes, pero su espíritu no
reacciona ni se mueve a conversión.
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