En muchas ocasiones se ha dicho que la cara es el
espejo del alma. Y, si no es siempre así, si lo es en innumerables ocasiones.
Cuando uno se olvida del público tu corazón descubre tus más profundas
intenciones.
Vivimos de apariencias y controlados por ellas.
Posiblemente por temor a no ser perdonados y si criticados. Quizás sea esa la
razón de las innumerables rupturas de convivencias matrimoniales y familiares.
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